Los resultados podrían ser de ayuda para la gestión de futuras crisis sanitarias.
La pandemia de Covid-19 afectó la vida diaria de la población a nivel mundial y en el caso del transporte, la naturaleza respiratoria del virus y su capacidad de transmisión rápida impactaron de manera sustancial los hábitos de movilidad de las personas. El miedo al contagio y la exposición al virus en entornos compartidos fueron dos de las principales razones que llevaron a muchos pasajeros a reducir su uso del transporte público. Los gobiernos y autoridades de transporte implementaron diversas medidas para reducir la probabilidad de contagio, como el uso obligatorio de mascarillas y la desinfección de instalaciones, si bien buena parte de la población evitó el viaje en transporte público en la medida de lo posible, por considerarlo un entorno no demasiado seguro frente al contagio.
Para comprender mejor este fenómeno, un equipo de investigadores TRANSyT llevó a cabo en 2022 un estudio para analizar la relación entre el uso del transporte público y la probabilidad de infección por Covid-19. Realizaron una macro campaña de encuestas en la Comunidad de Madrid, entre octubre y diciembre de 2022, obteniendo más de 15.000 respuestas. La encuesta recopiló información detallada y de gran utilidad, incluyendo: características sociodemográficas y de estado de salud de la población encuestada, sus hábitos diarios y patrones de movilidad, e información relativa a sus contagios por Covid-19.
Analizar la influencia del uso del transporte público en la probabilidad de contagio por Covid resultaba complejo, ya que dicho contagio podía estar relacionado con multitud de otros factores que pueden darse simultáneamente. Para acotar el resultado, la metodología usada permitió diferenciar entre contagios confirmados por test de detección y aquellos dudosos (síntomas compatibles con Covid, pero sin haber sido confirmados por un test). Asimismo, los encuestados pudieron indicar en qué casos tenían una certeza razonable sobre el origen de su contagio (p.e. reuniones con amigos o familiares tras las cuales otros asistentes también se contagiaron) y en qué casos su origen era totalmente desconocido.
Además, la encuesta recopiló con detalle hábitos diarios (en general y durante las semanas anteriores al contagio) de aquellas actividades con alta probabilidad de contagio por COVID: trabajar en entornos cerrados, reuniones de trabajo o con conocidos, asistencia a eventos en entornos cerrados o al aire libre (deportivos, culturales, etc.), visita a bares y restaurantes, compras fuera de casa, visita a hospitales y centros sanitarios, etc. Finalmente, se recopiló información sobre los patrones de movilidad de los encuestados, en particular su frecuencia de uso del transporte público (diferenciando autobús y metro) y algunos atributos del viaje habitual, como el tiempo de viaje o el nivel de aglomeración experimentado durante los trayectos.
A partir de esta información, se desarrolló un modelo econométrico de elección discreta, de tipo probit multinivel, que permitió analizar la influencia del uso del transporte público en la probabilidad de contraer COVID-19. Los resultados revelaron que variables de tipo sociodemográfico como el género, la edad o la estructura familiar podían influir en la probabilidad de infección. Sucedía de igual modo con la realización de determinadas actividades, principalmente aquellas desarrolladas en entornos cerrados como acudir a bares y restaurantes, compartir espacios en centros de trabajo o estudios, ir de compras, etc.
Una vez tenidos en cuenta este tipo de factores, el análisis no proporcionó una evidencia clara sobre la influencia del uso del transporte público en la probabilidad de contagio por Covid. La frecuencia de uso del transporte público, ya sea autobús o metro, no mostró una relación (desde un punto de vista estadístico) con la probabilidad de contagio.
No obstante, aparecían algunas correlaciones, aunque no muy fuertes, cuando se tienen en cuenta ciertos atributos del viaje. Por ejemplo, para el caso del metro, la combinación de una alta intensidad de uso y frecuentes aglomeraciones en el interior de los vehículos, mostró estar asociada con una mayor probabilidad de infección. Muy probablemente, ello está relacionado con la falta de distancia social en tales circunstancias. En el caso del autobús, los resultados fueron menos concluyentes, con evidencias más débiles de un mayor riesgo de contagio cuando se combinan un uso elevado y una mayor aglomeración en el interior de los vehículos. Otras variables como la duración de los viajes en transporte público no mostraron una influencia clara sobre el riesgo de contagio.
Los resultados del estudio, publicado en 2024, sugieren que el transporte público en la Comunidad de Madrid ha demostrado ser un entorno relativamente seguro frente al contagio por Covid, especialmente el autobús. Esta conclusión resulta relevante para los planificadores de transporte, ya que proporciona información valiosa para diseñar medidas preventivas en futuras crisis sanitarias. Aunque las medidas implementadas en Madrid fueron efectivas, el estudio destaca la necesidad de aplicar medidas adicionales para evitar tasas de ocupación excesivas en los vehículos de transporte público y mantener un nivel adecuado de distanciamiento social en determinadas franjas horarias.