Todas las grandes ciudades tienen barrios obreros marginales aferrados al borde de la periferia. Estás a sólo 20 minutos del centro de la ciudad, pero podría estar a años luz. No hay comodidades de transporte modernas -ni metro, ni tren ligero-, sólo algún autobús muy subvencionado que hace la ronda. Torre Baró es uno de esos barrios de Barcelona. Situado a lo largo de un valle escarpado, se construyó apresuradamente para albergar a la creciente población de la ciudad en los años 60, sin tener en cuenta la planificación urbana. Transport Metropolitans de Barcelona (TMB), la agencia de transportes del Ayuntamiento, mantenía en funcionamiento un puñado de minibuses locales, pero las tortuosas calles en curva y un trazado desordenado hacían imposible conectar las líneas o proporcionar una cobertura completa.
Torre Baró es uno de esos barrios de Barcelona. Situado a lo largo de un valle escarpado, se construyó apresuradamente para albergar a la creciente población de la ciudad en los años 60, sin tener en cuenta la planificación urbana. Transport Metropolitans de Barcelona (TMB), la agencia de transportes del Ayuntamiento, mantenía en funcionamiento un puñado de minibuses locales, pero las tortuosas calles en curva y un trazado desordenado hacían imposible conectar las líneas o proporcionar una cobertura completa. Los tiempos de espera eran largos y los residentes en la cima de la colina no tenían acceso directo a las tiendas, servicios y enlaces de transporte en el valle de abajo.
La empresa Shotl cambió los servicios de ruta fija y programada a un servicio flexible a demanda. A través de la aplicación para móviles “elMeuBus”, los usuarios podían solicitar que se les recogiera y dejara en cualquiera de las nuevas paradas que ahora cubren toda la zona residencial. Para manejar las complicadas calles de la zona, Shotl desarrolló mapas de navegación y GPS personalizados para reconocer los requisitos de acceso, las limitaciones y los permisos de los autobuses públicos, muy diferentes de los coches.
El Ayuntamiento financió el servicio y proporcionó vehículos, conductores, tabletas para el conductor y una línea telefónica de apoyo. El ayuntamiento también organizó una campaña para explicar el servicio a los residentes y para saber utilizar la app de pasajeros, con un equipo de trabajadores sociales que llamaba puerta por puerta, prestando especial atención a los ancianos.
Con su difícil geografía y su pequeña y aislada población, Torre Baró era el lugar perfecto para implantar el servicio a demanda y desarrollar una solución de navegación personalizada. El transporte flexible a demanda ha mejorado los servicios sin aumentar los costes. Los residentes se desplazan con más frecuencia y a las horas que les conviene. El servicio ha crecido en popularidad, así como el potencial para aumentar la flota de vehículos a demanda.
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