El transporte público gana terreno frente al particular, con una subida superior al 11% en tasa interanual. El sistema tranviario ha asumido la notable bajada de la demanda tanto de los autobuses urbanos como de los interurbanos
El metro de Granada está superando todas las expectativas que se había marcado la Junta de Andalucía. Según los informes previos, este nuevo medio de transporte ha reducido en más de once mil el número de vehículos que circulan a diario por una Circunvalación un poquito menos colapsada. Las estadísticas que proporciona el aforador semipermanente situado en el punto kilométrico 127,15 de la A-44 dejan poco lugar a las dudas. El pasado enero se contabilizó un promedio de 123.071 automóviles y motocicletas diarios, una cantidad sensiblemente inferior (11.308) a los 134.379 que se registraron en el mismo mes del año anterior. La cifra de camiones, furgonetas y autobuses sí ha crecido levemente en este periodo de tiempo que estamos analizando, pasando de 3.736 a 3.766 -treinta más-.
El metro de Granada, que comenzó a funcionar el 21 de septiembre de 2017, ha marcado un antes y un después en el sistema de movilidad tanto en la capital como en el Cinturón. Los datos facilitados por el Consorcio de Transportes también son concluyentes. Sigamos tomando como referencia el primer mes de año. Los autobuses que comunican la ciudad con los municipios del entorno redujeron la demanda en 77.687 viajeros -algo más del diez por ciento en términos relativos-, mientras que los buses urbanos han perdido algo más de 300.000 viajes -otro diez por ciento-. Sin embargo, el uso del transporte colectivo, según los títulos computados por el Consorcio, subió en enero en 378.313, lo que supone una tasa de variación interanual ligeramente superior al once por ciento. ¿Moraleja? Las 26.000 personas que cada día se montan en alguna de las veintiséis paradas del metro. Más de 800.000 en el global de todo el mes.
La primera consecuencia positiva es la descongestión de la Circunvalación, aunque siguen produciéndose atascos. También tiene consecuencias positivas para el medio ambiente, ya que esta disminución de tubos de escape expeliendo humo se traduce en una rebaja de contaminantes que generan la preocupante imagen brumosa de Granada cuando confluyen durante cierto tiempo tres circunstancias: que no haya precipitaciones, que no corra el viento y que haya mucho tráfico. De continuar con estos once mil vehículos menos, las emisiones de dióxido de carbono menguarán a razón de 4.400 toneladas anuales. También se registrará una reducción de 6,7 toneladas de óxido de nitrógeno al año y de 0,59 toneladas de micropartículas.
Fuentes del Consorcio de Transporte Metropolitano de Granada han señalado que todas estas magnitudes son «esperanzadoras» una vez iniciado y estabilizado el uso del metro y su afección sobre el resto de modos, «pero aún más teniendo en cuenta la aminoración de los intervalos de paso de los trenes y del incremento de la velocidad comercial en el transcurso de 2018». En este mismo contexto hay que enmarcar la remodelación de las líneas de autobuses. «Estas actuaciones buscan mejorar la calidad y eficiencia y la interconexión entre los principales sistemas de transporte», comentan desde el Consorcio.