Seis empresas de ‘free-floating’ se han puesto en contacto con el Consitorio para anunciar su llegada a la capital, por lo que Medio Ambiente estudia cómo regular la práctica.
El Ayuntamiento espera que a partir de este mes aterricen en la capital miles de bicicletas de alquiler sin estaciones, conocidas como free-floating. Son bicis equipadas con un GPS que, mediante una aplicación, se localizan y desbloquean. La ausencia de estaciones implica un menor coste operativo del sistema, pero al estar ubicadas en el espacio público, suponen un reto para el Consistorio. Hasta seis empresas se han puesto en contacto con él para anunciarle su llegada a la capital. El Área de Medio Ambiente estudia cómo regular esta práctica.
En algunos aparcabicis de Madrid es posible ver unas bicicletas de colores anaranjados que animan a ser usadas con carteles en inglés que dicen: “Ven, pedalea con nosotros”. Es la flota de Donkey Republic, uno de los primeros sistemas de bicicleta pública sin estaciones que funcionan en la capital. “Tenemos unas 100 bicis en Madrid”, cuenta por e-mail Ben Posseti, responsable de marketing de Donkey Republic. Por ahora, es la única empresa de este tipo que opera en la capital, pero varias similares han contactado con el Ayuntamiento, interesadas en desplegar sus flotas en Madrid a partir de septiembre.
“El Ayuntamiento está abierto a apoyar cualquier nuevo modelo de movilidad sostenible, pero también es consciente de los aspectos negativos de estos sistemas, como se ha podido ver en otras ciudades”, dice un portavoz del Área de Medio Ambiente.
Las empresas de free-floating surgieron en 2016 en China. Algunas de ellas son O-bike, Mo-bike, Ofo, Bluegogo, GooBee-Bike, i-bike, Yo-bike, Ohbike, Moby, Limebikes. Y tienen detrás fondos de inversión que, al desembarcar en una ciudad, extienden el sistema de forma muy rápida. Varias, además, están basadas en un modelo low cost, y sustituyen el mantenimiento y la redistribución de los vehículos por un gran número de bicicletas de baja calidad distribuidas por toda la ciudad.
Aunque en España este modelo solo aparece en tres ciudades —Madrid, Barcelona y Palma de Mallorca, y centrado en el uso turístico—, en otras urbes de Europa y del mundo han comenzado a operar como sistema de movilidad, semejante al carsharing, pero con bicis. En esos lugares se han generado problemas como el abandono masivo de vehículos en la vía pública o el colapso de aceras y aparcabicis. Ámsterdam incluso ha prohibido el sistema.
Además de realizar un estudio al respecto, Medio Ambiente está trabajando en una revisión de la Ordenanza de Movilidad Sostenible, “que podría incorporar limitaciones al uso que este tipo de bicicletas hacen de los aparcabicis públicos”. Se estudia la posibilidad de limitar el número de bicis que se pueden anclar en estos emplazamientos, así como responsabilizar a la empresa de los estacionamientos indebidos.
La eclosión de este sistema en las ciudades europeas también ha inquietado a la Federación Europea de Ciclistas (ECF) y a la Unión Internacional del Transporte Público. Ambas instituciones han pedido “aumentar la vigilancia sobre estos sistemas, así como asegurar unos requisitos de calidad del servicio”.