Un experto en salud pública da su opinión sobre la encuesta del New York Times según la cual un 40% de los epidemiólogos no piensa viajar en metro o el autobús hasta dentro de un año o más.
¿Tiene sentido que ya se pueda ocupar el aforo máximo de plazas en trenes, metro y autobuses, mientras que se restringe en otros espacios cerrados como cines, tiendas o bares? ¿Es seguro viajar, aunque sea con mascarilla, pero pegado al sobaco de nuestro vecino de vagón? Son cuestiones que nos hemos planteado en La Ventana a raíz de las medidas adoptadas en España para la desescalada y la encuesta que hoy publica el New York Times.
En su edición de hoy, el diario pregunta a 511 epidemiólogos estadounidenses sobre cuándo piensan retomar una veintena de actividades cotidianas y les pide que elijan entre tres plazos temporales: hacerlo este mismo verano, aguardar entre tres y doce meses, o posponer la decisión hasta dentro de un año o más. Y la encuesta, sin más valor estadístico que el de la decisión personal, arroja resultados particularmente cautos en el uso del transporte. Un 39% de los encuestados dice que no tiene intención de coger el metro o el autobús hasta dentro de un año o más, y un porcentaje similar no se plantea volver a volar en avión.
Unos datos que Pedro Gullón, vocal de la Sociedad Española de Epidemiología y especialista en medicina preventiva y salud pública, pide poner en contexto. ‘La expansión y el uso del transporte público en Estados Unidos es muy diferente al de España y además la mayoría de los epidemiólogos se encuadran en una clase social media-alta que se desplaza habitualmente en coche privado’.
Gullón alerta además sobre el riesgo de desincentivar el uso del transporte público en beneficio del coche. ‘Cometeríamos un grave error si volvemos a trabajar pero en coche. En términos de salud pública el efecto de un aumento de la contaminación podría ser muy serio. Algunos estudios vinculan un aumento de la polución con un mayor riesgo de contagiarse de Covid19, y la contaminación tiene un efecto muy perjudicial sobre una gran parte de enfermedades crónicas de tipo respiratorio que, a su vez, convierte a estas personas en pacientes de riesgo de cara a un contagio o un agravamiento de sus dolencias’.
«Hay que potenciar el transporte público, más recursos, más frecuencias»
‘Lo que hay que hacer es potenciar el transporte público, pero no puede ser un transporte público como el de la vieja normalidad. Debe ser mejor, incrementando recursos, flota y aumentando las frecuencias para garantizar las máximas condiciones de seguridad’. Y para eso sería importante que se acometiesen las inversiones necesarias a nivel local que impidan volver a viajar como sardinas en lata sobre todo en horas punta.
‘Está claro que si mantenemos la distancia y además usamos mascarilla –que es obligatoria para el transporte público- mucho mejor’. Con todo, Gullón matiza que los trayectos en transporte público son relativamente cortos, o al menos mucho menos prolongados que viajes de horas en un avión, por ejemplo. ‘También hablamos menos y hay menos secreciones. Pero lo que es evidente es que el riesgo cero no existe y aunque ahora la transmisión en España ha bajado, el virus sigue estando ahí’.
‘Algo que nos debe preocupar es cómo se gestiona la vuelta a los lugares de trabajo. La mayor parte de los brotes que se están produciendo en el país están asociados a actividades laborales, en mataderos o en trabajadores temporeros que tienen unas condiciones precarias’.
La encuesta del New York Times también señala que un 6% de los epidemiólogos consultados asegura que no piensa volver a saludar nunca a nadie con un beso o estrechándole la mano. ‘El caso es que entre los expertos en salud pública hay quien lleva ya muchos años insistiendo en la importancia de la higiene de manos para prevenir contagios de todo tipo. Con que nos quedáramos con la costumbre arraigada del lavado frecuente de manos para todas las campañas ordinarias de la gripe ya sería algo muy bueno’, concluye Gullón.