La medida impedirá que los no residentes atraviesen el centro histórico de la capital francesa en 2022. Abarcaría aproximadamente el 55% del tráfico total — más de 100.000 coches — que pasa por esta zona de media al día.
La nueva zona no prohibiría los coches por completo. Seguiría permitiendo el acceso motorizado a los residentes de la zona (incluidos los huéspedes de hoteles de corta duración), a las personas con discapacidad, a los vehículos del transporte público, las entregas o los servicios. No obstante, la nueva normativa prohibiría atravesar el centro de la ciudad sin detenerse.
La ciudad ya ha prohibido el acceso de los coches diésel altamente contaminantes al interior del anillo de circunvalación de la ciudad, ha peatonalizado el muelle del Sena, ha reducido el acceso de los coches a muchas calles importantes y ha ampliado las zonas verdes y las aceras en áreas antes reservadas a la conducción y el aparcamiento.
En otros lugares de Europa, otras ciudades también están tratando de frenar el tráfico. Oslo empezará a eliminar el acceso de los vehículos de combustible fósil en 2022, mientras que Londres y Milán llevan varios años aplicando tasas de congestión a los coches que entran en sus centros. En Francia, las ciudades de Lille y Nantes ya cuentan con zonas prioritarias para los peatones con límites de velocidad bajos que cubren sus centros.
La zona de restricción de vehículos será de unos 14 kilómetros cuadrados. Esta zona se extiende de este a oeste entre las dos plazas que delimitan el corazón de la ciudad — desde la Place de la Bastille hasta la Place de la Concorde — e incluye las dos islas centrales de la ciudad, el barrio de Marais (ya bastante peatonalizado) y gran parte del Quartier Latin de la margen izquierda del Sena. No todos los barrios más concurridos de París estarían incluidos en la zona (los Campos Elíseos, por ejemplo). El Ayuntamiento de París ha sugerido que podría ampliar la zona si la consulta pública sugiere que hay ganas de hacerlo.
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