Decir a estas alturas que la mujer contamina menos que el hombre no es ninguna novedad. La mayoría de las encuestas establecen que el perfil de usuario de transporte público es femenino y, tanto los datos del INE como los censos de conductores de la DGT demuestran que hay muchos más varones que mujeres al volante. La pregunta es, ¿son más ecológicas las mujeres porque quieren o porque no les queda más remedio?
No han cambiado tanto las cosas desde los tiempos de Sor Citroën. En 1967 se estrenaba la película que marcaría a una generación entera y que mostraba como algo insólito, singular, inédito el hecho de que una monja se atreviera a conducir un utilitario. Algunos creerán que España ha cambiado mucho desde entonces y que, ahora, la incorporación de la mujer al mundo de las cuatro ruedas es total. Pero no se equivoquen. Las estadísticas afirman lo contrario.
Tanto los datos del INE como los censos de conductores de la DGT demuestran que hay muchos más varones que mujeres al volante. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el 57% de las personas que cada año obtienen un carnet de conducir son hombres, mientras que el 43% restante lo representan las mujeres. En Cataluña, la situación no difiere y, en el resto de CCAA, los datos tampoco varían (60%-40% en Castilla y León, 59%-41% en Andalucía, etc.).
El menor acceso de las mujeres al vehículo privado tiene diversas lecturas o consecuencias. Una de ellas, en clave ambiental, es que la mujer es más sostenible y contamina menos. A falta de coche, usa más el transporte público y hace más desplazamientos a pie. Es lo que ahora se llama smart mobility. «Las mujeres son todavía mucho más dadas a desplazarse a pie o en transporte público, y a utilizar menos el coche», afirma Cristina Contreras, educadora ambiental y militante de Ecologistas en Acción. «Incluso cuando cogen el coche, las mujeres son más sostenibles, porque tienden a aprovechar un mismo trayecto para realizar diferentes tareas», argumenta.
Una segunda lectura, en clave social, atiende a una cuestión de discriminación sexista: «El uso del coche privado se ha masculinizado”, afirma Manel Ferri, técnico de la Diputación de Barcelona y experto en movilidad. «Es importante considerar un factor cultural que hace que un hombre mayor de 40 años que no tenga coche privado no cuente con cierto estatus social. Esto nos da una idea de la diferencia en los roles sociales”, defiende Ferri.